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LA WEB-ONA

A diario, más o menos.

Continuó viviendo porque no le quedaba más remedio, entre copa y copa fue asumiendo su derrota ante el mundo y ante él mismo, qué remedio. Y cuando las cosas empezaron a perder la importancia que en un principio sintió  como asoladoras,  su pena fue aún mayor. Cuando todo en este mundo perdió la importancia necesaria para sobrevivir continuó penando de barra en barra. Murió, pero poco importaba a nadie. Murió como el que pasea despacio,  absorbiendo en cada paso la amarga hiel de la desesperación.

Y entre el miedo que se producía a si mismo  y la desesperación de infundir tal pavor a sus semejantes mandó al resto del mundo al carajo. Miró el cielo sin desesperación asumiendo como propios todos los pecados de la humanidad. Que importaba un pecado o cien más. Miró el amanecer  sumiso y sereno, rogando entre dientes;  pero ¿a quién le importaba? Al fin y al cabo estaba muerto.

Masacre en Marina D´or, Ciudad de Vacaciones

Juró y perjuró que nunca había sido su intención provocar tal catástrofe. El sargento de la Guardia Civil no podía, por menos, que mirarle con cara estupefacta. Se debatía entre arrearle dos guantás o salirse a tomar el fresco a la garita del puesto. Necesitaba pensar y es que la cosa no era para menos.

No es que las circunstancias que habían llevado a tan luctuosos hechos hubieran sido una concatenación de pequeños delitos. El muy bestia se había cargado a dos autocares de jubilados todos ellos residentes, hasta aquel momento, en Arenas de San Pedro. Así mismo había acabado con la vida del humorista contratado por la empresa para amenizar las cenas del Salón de Cristal; el pobre humorista no es que fuera un crac en eso de contar chistes pero a los jubilados del Inserso les hacía gracia y tenía un caché bastante módico. Pero lo que de verdad había encrespado los ánimos del sargento de la Guardia Civil es que el muy animal al tiempo que acuchillaba ancianitos gritaba “Y lo que nos vamos a ahorrar en pensiones”.

No pudo evitar el echar cuentas mentalmente, 60 ancianos por autobús por dos autobuses 120 ancianos a una media de 600€ mensuales...... se perdió en la tercera multiplicación cuando trató de averiguar la media de meses que les podrían quedar a aquellos ancianos de vida. Porque él siempre había pensado que los accidentes de autocares de los ancianitos excursionistas significaban unos pingues beneficios, al menos ahorro, para las arcas de la Seguridad Social.

Movió la cabeza para tratar de despejar su mente de tanta multiplicación inútil, tenía cosas más importantes en las que ocuparse en ese momento. La prensa había tomado al asalto la entrada de la Casa Cuartel y trataban de espiar a través de las persianas por ver si captaban una instantánea del asesino. Oyó como el juez de guardia peleaba a brazo partido para poder entrar en la pequeña oficina del puesto. Al parecer un chico del último reemplazo le había confundido con un redactor de Aquí hay tomate y le había arreado un tortazo monumental. Sólo le faltaba eso, un juez iracundo.

- Vamos a ver pedazo de animal, ¿Cómo te llamas?
- Manuel Copete, para servirle a Dios y a usté.
- Rima – dijo en tono graciosillos el reemplazo que había dado un soplamocos al juez de guardia.
- Cállate gilipollas que ya te vale – El muchacho miró de soslayo al juez de guardia que no se atrevía a abrir la boca no fuera que le sonaran las narices de nuevo.
- Vamos a ver Manuel.....
- Llámeme usté Lelete como en el pueblo.
- Vamos a ver Manuel – reiteró el Sargento a punto de perder algo más que la paciencia- ¿Cómo se le ha ocurrido a usted cometer semejante barbaridad? Eran pobres ancianitos.

Manuel, Lelete para los amigos, no dijo nada tan solo hizo un gesto con los hombros y perdió la mirada en el retrato del Rey que colgaba sobre la mesa del sargento de la Guardia Civil.

- Manuel, ¿no tendrá usted conexiones con algún grupo islamista?, Quizás......¿ con algún cártel de la droga?

Lelete para los de su pueblo no decía nada, por el contrario su expresión se tornó más enigmática al tiempo que su labio inferios se descolgaba levemente tan extasiado como estaba en la contemplación de la regia imagen.

El fax del cuartelillo comenzó a escupir folios ante la sorpresa del juez que temió por un segundo que el joven número de la Guardia Civil hubiera optado por arrearle de nuevo. El sargento se quedó mirando al muchacho a ver si se le ocurría la genial idea de alcanzarle las hojas que arrojaba el fax y el reemplazo miraba toda la escena con una cara de cachondeo increíble. Quién le hubiera dicho a él que al quinto día de ser destinado a aquel puesto la cosa se iba a poner tan interesante. Salvo las borracheras diarias del Matías el Garzas la vida en el puesto prometía ser de lo más aburrida y aquel suceso le llenaba de ansias por vivir experiencias peligrosas. Henchido de valor el muchacho sujetaba con una mano la pistola en la cartuchera y por un momento se creyó James Bond. Gutiérrez, Mariano Gutiérrez con licencia para matar. Sólo cuando sintió la colleja que el sargento le dio al pasar tras él para recoger los fases volvió a la realidad.

- 74 muertos, 6 heridos graves, 40 leves y un cojo.
- ¿un cojo? – preguntó el juez de guardia no sin miedo por lo que se le pudiera venir encima.
- Eso dice el parte del Anatómico, ahora lo del cojo como que no lo pillo.
- Ese fijo que va a ser el humorista – aseguró rotundamente el joven número.
- ¡¡Mecachis!!, se ha escapado el humorista – masculló de pronto Lelete para los amigos.

Como no se esperaba nadie que el asesino en masa fuera a decir algo en ese momento todos los presentes se pegaron un susto de órdago. El juez de guardia se cayó de la silla y comenzó a llorar sin fuerzas para levantarse, el joven que corrió a ayudarle tropezó y fue a parar, frente contra frente, con el juez quien en un ataque de pánico salió corriendo del despacho arrollando, ahora sí, a un redactor de Aquí hay tomate. Justo en el preciso instante en que se le disparaba un tiro al arma del joven guardia e iba a impactar contra la foto del monarca.

Por un segundo todo quedó en un silencio tenso, muy tenso, casi se podía cortar con un cuchillo, quizás el mismo cuchillo jamonero con el holograma de Marina D´ors grabado en el mango que reposaba sobre la mesa del sargento y que se presumía había sido el arma homicida. El sargento se echó mano a la cartuchera y a punto de desenfundar barrió con la mirada toda la estancia, sopesó las circunstancias y en el último momento decidió dejar quieta la pistola en su sitio. Por lo que pudiera pasar.

En ese momento alguien piqueteó en la puerta del despacho, como el preso estaba esposado a la silla y el joven caído en el suelo no hacía ninguna intención de levantarse para abrir la puerta, que antes había quedado cerrada tras la fuga del juez de guardia, el sargento optó por ir el mismo a abrir, total ya estaba a medias de levantarse. Al abrir la puerta de la estancia el hombre se encontró con un periodista de Europa Press y con otro del Hola que traían arrastrando al juez de guardia, todo él demacrado, sucio y totalmente pálido.

- Lo hemos encontrado escondido detrás del contenedor de reciclado de plásticos, balbucea algo de Santa María de los Remedios que le deje como estaba y hemos pensado que quizás sea de esta película.
- Pásenlo ustedes y siéntenle en la butaca, que a este paso no acabamos en toda la noche.
- Que digo yo – se atrevió el periodista de Europa Press- ya que estamos aquí que si nos quedamos y eso, por si hay que ayudar o algo.
- Pues he pensado yo – manifestó el sargento- que si se dan media vuelta y se largan por donde han venido no les meto la pistola por el culo.

Demasiado tarde se dio cuenta el sargento que la puerta del despacho continuaba abierta y una gran cámara filmaba todo la escena del despacho. Y demasiado tarde se dio cuenta que Lelete, para los amigos, se encontraba de pie, arrastrando la silla a la que estaba esposado y posaba ante los flases y los focos. Fue todo en décimas de segundo, varios periodistas y redactores se lanzaron dentro del despacho y todos al unísono comenzaron ha hacer preguntas al presunto. Un grito desgarrador pugnó por hacerse oír entre la multitud que copaba la estancia, el redactor de Aquí hay tomate había pisado la cabeza del joven guardia que entre unas cosas y otras no le había dado tiempo a levantarse. El del Tomate se derretía en disculpas ante el guardia civil pero una sonrisa malévola hacía sospechar que tales disculpas no eran muy sinceras. El juez había optado por subirse encima de la mesa del fax y haciendo malabarismos se sujetaba con las puntitas de los pies donde antes debía de reposar el auricular del teléfono, y el sargento hubiera jurado que unos rugidos estertóreos que parecían oírse a través del auricular descolgado pertenecían al Delegado del Gobierno.

En aquel momento su mente se cegó por completo y desenfundó el arma, comenzó a disparar sin mirar a nadie, solamente veía un velo rojo que lo cubría todo.

A la mañana siguiente todas las portadas de los más importantes diarios nacionales lucían la figura del sargento de la Guardia Civil todo el lleno de sangre y rodeado de cámaras de televisión destrozadas y de redactores de medios de comunicación atendidos por las UVIS móviles. Tras el sargento que iba esposado a dos policías de la secreta la imagen medio distorsionada de Manuel Copete asomando la cara para poder salir en la instantánea; bajo la fotografía el comentario de Mariano Gutiérrez, joven número de la guardia civil que había resultado ileso en la refriega. El editorial de lo más escueto rezaba de la siguiente manera:
“pa habernos matao”

Canción (mediocre) de Navidad


Las almas de los inocentes se arremolinaban en corrillos. Estaban muy nerviosos; empezaban a llegar, con cuentagotas, noticias del mundo mortal. Y con cada nuevo rumor el nerviosismo se acrecentaba.

El limbo estaba en pie de guerra, y es que una cosa es que los niños que morían sin ser bautizados fueran al limbo y otra muy diferente que allí, en el limbo, se quedaran en perpetuo estado de neonatos.

Del limbo había muchas cosas que el general de la población desconocía y una de ellas es que la naturaleza es imparable, razón por la cual las almas crecían, se desarrollaban, maduraban y por último morían como todo quisqui. Otra cosa que sólo algunos atisbaban, era que, al ser castos y puros, en el limbo no había relaciones sexuales; por lo tanto, se quitaban de encima problemas como el puerperio y la cuarentena, la depresión postparto y las revisiones periódicas al ginecólogo. De lo que no se escapaban en las casas cuna del limbo era de los cólicos de lactantes, varicelas y resfriados varios. Mayormente porque el limbo de lo único que se abastecía era de los recién nacidos.

Y es que la noticia que soliviantaba a los residentes en el Limbo no podía ser más alarmante. Querían cerrar el Limbo. Después de siglos de tradición, ahora llegaba un Papa que daba orden inexcusable de cerrarles el garito. Y en vísperas de Navidad. Los más exaltados de los limboitas ya estaban preparando un sinfín de pancartas de protesta, y planeaban una macromanifestación que saliera de las puertas del Averno para ir a terminar en la entrada principal del Cielo, donde se leería un manifiesto contra el cierre del Limbo.

Las nodrizas de las casas cuna se estaban volviendo locas, los recién llegados no hacían nada más que protestar, ¿ dónde se iban a ir ahora, con el trabajo que les había costado encontrar el sitio? ¿ Allá donde les mandaran, después del desahucio, tendrían los mismos derechos adquiridos? Los más tranquilos o conformistas se consolaban asegurando que esa noticia era poco menos que imposible.

Pero todos se quedaron pasmados cuando el alguacil del limbo puso un cartel en la puerta; con evangélicas letras se avisaba que en breve el Limbo cerraría sus puertas por orden gubernamental. A continuación, el alguacil continuó colgando adornos navideños aquí y allá.

Mientras, en uno de los corrillos más revolucionarios, apartado un tanto de los demás corrillos, se tramaba una de las mayores felonías pensables.

Tenemos que hacerlo bien, sin que nadie se dé cuenta.
¿Tú crees que podremos hacerlo?
Si lo planeamos despacio nada puede fallar, somos muchos y estamos muy concienciados con el problema.
Pues ya podéis espabilar porque nos queda de todo menos tiempo – observó con bastante acierto un golusmero que prestaba más atención a las conversaciones ajenas que a sus cosas.
Tú, mejor harías en callarte y no meterte en lo que no te interesa; puedes sufrir un accidente.........

El golusmero se apartó prudentemente del corrillo y se escaqueó del resto de las conversaciones con disimulo. Lo poco que había llegado a escuchar no vaticinaba nada halagüeño; estaban planeando algo muy gordo y en Navidad. No es que lo que planeaban fuera algo nuevo, ya en otras ocasiones el Limbo había intervenido en asuntos terrenales cambiando el curso de la historia para su propio beneficio; como cuando uno de ellos fue encomendado para cambiar la pastillita de un Papa un poco pelma por otra no tan .......... beneficiosa. Pero en Navidad... en Navidad jamás, ya podría pasar lo que fuera, que tales fechas eran sagradas. Aunque también es verdad que noticias como la que ahora se planteaba tampoco se habían dado hasta entonces.¿ En qué mente surrealista cabía el clausurar el Limbo, dónde suponía esa mente que se iban a mudar.?Aunque, pensándolo fríamente, la casa no la hace el sitio sino los habitantes y allá donde se mudasen el Limbo iría con ellos. So pena de que lo que les estuvieran quitando era el mismo concepto de la existencia del Limbo.

Se detuvo a medio camino de su casa: ese último pensamiento no hacía nada más que dar vueltas a su inocente y casta mente. Quizás él no había entendido en toda su importancia el aviso de clausura del Limbo y otras cabezas más dotadas si habían adivinado las repercusiones. Pero aún estando tan cerca de la realidad, se negaba a si mismo siquiera la existencia de tal concepto y mucho menos en Navidad. Navidad era el tiempo de la dicha y la felicidad, en Navidad llegaba menos gente al Limbo por eso del amor fraterno. Tenían tiempo para decorar el celestial lugar con un sinfín de adornos, miles de bolitas refulgentes colgando de las nubes, sonrientes Papa Noel montado sobre sus trineos en un eterno galopar de renos que recorrían todos los caminos del Limbo felicitando las pascuas a los viandantes. Cientos de abetos, uno en cada esquina de cada casa cuna cantando alegres villancicos mientras movían sus copas al ritmo de las cantinelas navideñas. La Navidad, pensó: el tiempo de amor y fraternidad. ¿ Qué significaría para ellos el Limbo si en tales fechas acontecían hechos tan execrables como del que se suponía iban a ser injustos beneficiarios?

Y en ese momento se le ocurrió, o quizás siempre estuvo en su mente. Miró a hurtadillas a su espalda, temeroso de que alguien le pudiera adivinar el pensamiento. Desde chico había oído leyendas sobre los malos pensamientos, les habían contado, en las clases de moral y sexualidad compulsiva que impartían los sábados en la casa cuna, que el diablo podía leer sus pensamientos y que andaba escondido detrás de las esquinas para enganchar por el pescuezo a los que tenían pensamientos impíos y llevárselos a rastras al Infierno. Porque el diablo lo que más atesoraba era un habitante del Limbo que se hubiera corrompido. La verdad es que nunca había visto al diablo secuestrar a un limboita corrupto, pero siempre había alguien que contaba que algún conocido suyo le había contado que había sido testigo del castigo infernal.

Por si las moscas, alejó el pensamiento de su mente; debía de hacer las cosas sin meditarlas, a la buena de Dios y es que, desde que Dios había muerto de unas viruelas locas, todo se hacía de esa manera. Al pasar junto a uno de los recién colocados adornos navideños, agarró el hacha del leñador que cantaba alegre “Campanas sobre campanas”; la verdad es que la figurilla de momento se enfadó, pero, con eso de que no tenía otro oficio ni otro beneficio, continuó cantando su letanía alegremente, haciendo como que partía leños. Entre pensamiento fatuo y pensamiento insustancial, se le vino a la mente que esto probablemente no sería cosa de una sola persona, que su acto debería de extenderse más allá de sus primeras intenciones. Aunque se consoló con la ocurrencia de que ¡Total, ya puestos!.
La víspera de Nochebuena las campanas de las diferentes iglesias no replicaron a misa, nadie salió a dar de comer a los pobres negritos que mendigaban su torta de harina a las puertas de las misiones y nadie descorrió las cortinas de la habitación papal en el Vaticano para dar la bendición. No hubo ninguna monjita ursulina que encendiera el horno para cocer las rosquillas de Pascua y tampoco ninguna monjita clarisa recogió las docenas de huevos que fueron amontonando durante todo el día las novias en capilla, para que no lloviera en el día de su boda. Tampoco es que nadie se apercibiera de esas faltas, salvo alguna vieja que, después de pasar un frío del demonio para llegar a la iglesia a escuchar la misa del Gallo, se encontró las puertas del templo cerradas a cal y canto; ellas y los operarios de televisión, que se quedaron con dos palmos de narices en la puerta de la Almudena cuando nadie salió para abrirles la catedral para poder colocar las cámaras para la misa de Navidad.

El golusmero volvió al Limbo arrastrando el hacha, ensangrentado de pies a cabeza y con la mirada perdida. Allí le esperaba Lucifer. Claro que la cara del demonio no era sino todo un poema, entre la ira y la estupefacción. Desde luego, pensó Lucifer, estos del Limbo están como una cabra. Cuando Dios vivía, siempre le había aconsejado que aboliera la institución, que iba contra natura que cientos de miles de niños se educaran sin ningún tipo de ley y además... esa manía tan tonta que tenían de secuestrar ángeles y diablillos, disfrazarlos ridículamente y repartirlos por todo el Limbo entonando canciones chorras o haciéndoles saludar con alegría y entusiasmo a todo paisano viviente. Él sabía que algo así iba a pasar, pero Dios se empeñaba- en el fondo había sido un romanticón toda su vida- en mantener aquel sitio abierto. Sin embargo, lo que más fastidiaba a Lucifer y lo que más ira le producía es que, por culpa de aquel animal del hacha, había tenido que dejar para otro rato a la voluptuosa rubia que acababa de descender al Infierno después de tener que suicidarse por no sabía qué historia con un cantante famoso; y es que la moza prometía en serio. Después de cenar con su suegra en Nochebuena, la rubia iba a ser un buen postre. Pero allí estaba, esperando a que regresara el bestia que había acabado en día y medio con todo el clero o lo que oliera a clero de toda la tierra y encima en Navidad.

¡Inconcebible!

 

Biomecánica biodegradable

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I

La ilusión de un mundo perfecto adormece sus sentidos. Busca incesante, con la necesidad de las almas incompletas y torturadas, el perdón. Pero no hay perdón donde no hay delito.
Somos esclavos de nuestros pequeños traumas sin entender, o sin querer ver, que estas faltas nos configuran tal y como somos.

Somos software incompletos, colapsados de programas espías y de virus que amenazan con borrar, en cada bit de la existencia, la pista cero de nuestra infinita pequeñez. Cuanto más perfectos tratamos de ser más se aminora la capacidad del Ram de nuestro complicado cerebro biopositrónico.

Si no fuera porque no somos nada más que ínfimas criaturas biodegradables, con pequeños cerebros delicados y caprichosos, podríamos formatear cada uno de los archivos infestados para olvidar en un tiempo infinito cada uno de los espacios que ocupa un cluster enfermo.

Pero somos efímeras masas gelatinosas, susceptibles de sangrar, reír y sufrir. Fallamos como cualquier escopeta de feria y nos derrumbamos como monigote panzudo de caseta festiva ante el ataque furibundo de ajadas pelotas de tenis. Zurcidas y manoseadas como nuestras propias almas. Pelotas defenestradoras que quizás, también, sufran por su aciago destino.

Sentidos que buscan un paraíso donde adormecerse eternamente, al compás de algún movimiento decimonónico regalado de arpas y chelos finísimamente afinados. Abrigado de las tempestades tropicales por frondosas ramas de cocoteros. Mecidos en hamacas trenzadas con raíz de palma. Sumergidos en las nítidas aguas de un cálido océano nadando entre corales infinitamente viejos.

Huyendo, hacia ¿dónde? y ¿para qué?.

Somos cientos de miles de burbujas incandescentes que de forma inexorable circulan en dirección contraria. O ¿quizás somos minúsculos granos de arena en una gota de agua marina que constantemente son empujados contra el arrecife de cualquier archipiélago olvidado? Que ignominiosa resulta a la burbuja la existencia de la gota de agua y que fútil es para el grano de arena la liviandad del arrecife.

¿Acaso son tan diferentes? ¿acaso su puerilidad no es equiparable? Su existencia dura lo que el cabo de una vela alumbrando la oscuridad de un alma en pena. Eternamente sucinto. Capciosamente gemelos.

Una vana Alicia en el país de las maravillas que mira a través del espejo a otro espejo que refleja las imágenes distorsionadas de miles de otros espejos. Y sólo ve eneidas en las que la única diferencia es el actor que las protagoniza; tan parecidas a la suya y así formalmente despreciadas.

Pobre Viridiana de tres al cuarto, ansiosa de brazos rudos que la abracen y que la entiendan. Pero nunca existió el abrazo redentor porque la realidad es que siempre huyó de él. Se escondió para no reconocer que no existía el ser especial que ansió ser. No existen por más que se busquen. Sólo hay miles de burbujas o de granos de arena que ansían encontrar al extraordinario ser que ellos mismos se niegan.

Y mientras, el arrecife soporta el castigo de miles de embestidas. Inamovible en la soledad del conocimiento. Llorando por el castigo que se infringe la penitente. Sin comprender el porqué la burbuja no ve que no hay un más allá; que sólo son valadies conjeturas.

Y ¿merece la pena morir por lo que no existe?, ¿merece la pena sufrir en vano?

II

Somos cientos de miles de burbujas incandescentes que de forma inexorable circulan en dirección contraria. O ¿quizás somos minúsculos granos de arena en una gota de agua marina que constantemente son empujados contra el arrecife de cualquier archipiélago olvidado? Que ignominiosa resulta a la burbuja la existencia de la gota de agua y que fútil es para el grano de arena la liviandad del arrecife.

¿Acaso son tan diferentes? ¿acaso su puerilidad no es equiparable? Su existencia dura lo que el cabo de una vela alumbrando la oscuridad de un alma en pena. Eternamente sucinto. Capciosamente gemelos.

Una vana Alicia en el país de las maravillas que mira a través del espejo a otro espejo que refleja las imágenes distorsionadas de miles de otros espejos. Y sólo ve eneidas en las que la única diferencia es el actor que las protagoniza; tan parecidas a la suya y así formalmente despreciadas.

Pobre Viridiana de tres al cuarto, ansiosa de brazos rudos que la abracen y que la entiendan. Pero nunca existió el abrazo redentor porque la realidad es que siempre huyó de él. Se escondió para no reconocer que no existía el ser especial que ansió ser. No existen por más que se busquen. Sólo hay miles de burbujas o de granos de arena que ansían encontrar al extraordinario ser que ellos mismos se niegan.

Y mientras, el arrecife soporta el castigo de miles de embestidas. Inamovible en la soledad del conocimiento. Llorando por el castigo que se infringe la penitente. Sin comprender el porqué la burbuja no ve que no hay un más allá; que sólo son valadies conjeturas.

Y ¿merece la pena morir por lo que no existe?, ¿merece la pena sufrir en vano?

III

Eres esa horripilante niña que pasea por la vereda; caminas con gráciles saltitos de un lado a otro del amplio paseo meciendo tus trenzas al ritmo de un afásico compás. Con cada uno de tus pizpiretos pasos se crean a tu alrededor mundos de profusos colores, melodiosos sones y élficos seres.

Con cada nuevo mundo que creas el anterior empieza a descomponerse. Como el cuadro posmoderno que arde en la hoguera del pintor deprimido. Donde el crepitar de las llamas, al contacto con el aceite de los oleos, es el grito angustiado de las almas breves de cada uno de tus paisajes.

Yo te observo desde cada uno de los bancos que adornan la vereda; unas veces soy el anciano que da migas de pan a las palomas; otras soy el niño de pecho que juguetea con un sonajero desde el coche cuna mecido por la chacha, de cofia blanca y lustroso uniforme azul marino. Otras soy la araña que teje su tela entre los cristales de la farola al calor del sol matutino de un día otoñal. Las más de las veces soy la sombra que mantienes prisionera de tus caprichosos pasos.

Siempre cerca de ti, siguiendo el destino por tus pasos. Mientras tú eres el positivo de la exposición yo no soy tu antítesis, sólo soy el acompañamiento necesario para tu existencia. Soy la moral espartana que, en ocasiones, recrimina a las consecuencias de tus actos.

Pobre niña tonta y remilgada perdida entre melodías causticas. Nunca me contaste tus anhelos pero sí tus temores mientras volabas tan alto que las nubes eran pequeños puntitos algodonosos en el suelo de la otoñal alameda. Nunca pensaste en mi como el Principito en su rosa, me dejaste olvidado en muchos lugares y tuve que correr tras tu rastro para ser olvidado, de nuevo, entre las hojas caducas de algún viejo eucalipto.

Pero es que sólo soy un recuerdo, aciago, de tu vejez. La evocación de los miles de actos impuros que no quieres guardar; pero mi destino es perseguirte para cobrar mi diezmo. La deuda contraída a cambio de conservar eternamente la infancia.

Así en el cielo como en la Tierra

El obispo de Ávila se ha unido a los miembros de la Iglesia críticos con las reformas sociales del Gobierno socialista. Jesús García Burillo, en una carta pastoral distribuida ayer, cuestiona la existencia del estado laico y compara la nueva asignatura de educción para la ciudadanía con la Formación del Espíritu Nacional que se impartía durante la dictadura.

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Bien es verdad que nunca asistí a clase alguna de Formación del Espíritu Nacional, soy demasiado joven para eso, sin embargo no lo soy para recordar los desmanes eclesiásticos en los colegios de mi época. Recuerdo,, aunque no por propia experiencia ya que estudié en un colegio privado muy pero que muy liberal, a mis vecinos que contaban como en los colegios públicos les obligaban a cantar el Cara al Sol a primera hora de la mañana, también me contaron de los abusos físicos del cura de turno cuando no se sabían de memoria los mandamientos o el Credo.

Pero ya no somos la reserva espiritual de occidente, mal que le pese a la Iglesia. Hace mucho tiempo que descubrimos que si Dios no había muerto al menos estaba en coma vegetativo. Muchos le enterramos acatando los rituales pertinentes y después seguimos viviendo. Y pudimos seguir viviendo porque nunca nos hizo falta un Dios. Sólo era necesario responsabilizarse de las acciones propias y no descargar las culpas sobre un ser omnipotente que nadie ha visto nunca y que nunca se quejó por coleccionar los traumas de la humanidad.

Pero si hay cosas importantes para vivir en sociedad, cosas como aprender a respetar a tu semejante y no ejercer violencia sobre tú pareja. Cosas como que los semáforos no se deben de cruzar cuando están en rojo para los peatones; que robar y matar está mal no porque lo diga Dios sino porque es delinquir contra otras personas y otros derechos. Cosas del tipo el alcohol y el tabaco mata, a ti mismo y a tus semejantes. Eso y nada más es la asignatura de Educación para la Ciudadanía. Pero el ladrón se cree que todos son de su misma condición y los que añoran tiempos pasados se rebelan cuando en las normas de urbanidad no interviene la mano divina.

Se quejan también del divorcio y del aborto, se quejan quienes nunca parirán ni se casaran. Están en contra de los estudios con células madre y lo dicen quien nunca tendrá que salvar la vida de sus hijos con la sangre de un cordón umbilical. Se quejan, en fin, quienes menos tienen que hablar del tema.

Son escoria, una bazofia pedigüeña y protestona que lo único que han sembrado por el mundo es el odio. La iglesia católica, no se merece el respeto de nombrarlos con mayúsculas, es la propulsora de las mayores y más mortíferas guerras de la humanidad. Los católicos que prefieren ver a un niño muerto antes que se le pueda curar con los avances médicos de la actualidad.

La iglesia, casi cualquier iglesia, mata como diría una de las tres leyes de la robótica de Asimov, “por acción u omisión”. Y hay solución, abrir de una vez por todas la sesión de un juicio sumarísimo a la religión. Bases para una acusación formal hay, pasan desde malversación de fondos públicos, pederastia, conjura para atentar contra la ley, asociación ilícita, violación y estupro; falsedades en documentos públicos y asesinato.

Asesinato sí, porque ha sido la iglesia católica quien ha matado a Dios.

En el nombre de Dios

Los obispos españoles han pedido a los profesores de religión que firmen un documento a favor de la paralizada Ley de Calidad del PP, a la vez que han pedido a los párrocos que recojan el mayor número de firmas entre sus fieles con el fin de echar para atrás la reforma de educativa que propone el Gobierno en la enseñanza de religión.

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Siempre me pareció un libro fascinante, una epopeya onírica mezclada con hechos reales. La Biblia. Un manual de buenas maneras donde mucha gente, a su peculiar manera, contaba desde distintos puntos de vista una historia. Se supone que para la Iglesia Católica, la Biblia, es su máxima; su códice irreprochable, la Palabra de Dios.

No sé el porqué, pero siempre pensé que en los seminarios se dedicaban a estudiar éste libro, lo analizaban por delante y por detrás y sus enseñanzas eran sacralizadas, aprendidas para después ser sembradas por el mundo.

Siempre me pareció sumamente hermosa la narración que se hacía del prendimiento de Jesús en el Huerto de los Olivos, cuando San Pedro preso de la ira por el arresto de su maestro cercenó la oreja a Malco, criado de Caifás, y como Jesús reprendió a Pedro por su acción y apañó el desaguisado causado a Malco. Y me pareció muy hermosa esta parte porque el maestro hacía algo que muy pocas personas seriamos capaces de hacer. Jesús se sometía por voluntad propia a la Ley. No importaba si ésta ley era justa o no, era la Ley y como tal había que acatarla y cumplirla, lo demás sobraba.

Pero se conoce que esa lección se la saltaron en los seminarios a la hora de dar clase. Quizás no sea el momento de la vida más importante de Jesús, al fin y al cabo no era nada más que otro milagro del Salvador del Mundo. Qué importa un Malco con una oreja más o menos, al fin y al cabo era el malo. Pero Jesús en su infinita sabiduría, o eso dicen, supo ver lo que los hijos de San Pedro no han sabido ver en 2000 años, no importa cuan mala sea la justicia, hay que acatarla. La ley no se cambia por la fuerza se cambia con la sabiduría.

Y a día de hoy, por los actos de los hijos de San Pedro, Malco continua penando por su oreja mientras Jesús continua tratando de arreglar los desaguisados de sus discípulos en un bucle espacio-tiempo infinito. Mientras los pilares de la Iglesia continúan faltando a la palabra de su Profeta sin darse cuenta que provocan en el que está sentado a la diestra de Dios un dolor infinito. Han pasado centenares de años, la muerte de muchas personas y el sufrimiento de muchísimas más y la Santa Iglesia Apostólica y Romana no ha aprendido la lección que el hijo de Dios en la Tierra les dejó.

También han olvidado lo ocurrido en el templo con los comerciantes, aquello de “mi casa no es una cueva de ladrones” aunque se han tomado muy literalmente aquello de “dejad que los niños se acerquen a mí” el problema es que Jesús nunca metió mano a esos niños y los vástagos de San Pedro tienen una facilidad pasmosa para hacerlo.

Cientos de miles de Iglesias repartidas por el mundo para, cada día, recordar con la comunión la vida y la muerte de Jesús y se olvidaron los Hijos de Pedro de una de las lecciones más significativas.

Y cada día con cada panfleto neo-fascista en contra de la legalidad están cercenando a Malco su apéndice auditivo. El problema será el día en que Jesús se canse de volver a colocar orejas en su sitio. ¿ A quién le echarán cuentas entonces?

Adjunto, sirena y puerta

Mariano Rajoy se ha pronunciado por fin sobre la crisis del PP de Madrid, y lo ha hecho pidiendo a su partido que evite "espectáculos poco edificantes". Gallardón, que esperaba el pronunciamiento de su presidente sobre el enfrentamiento abierto que mantiene con la candidata Esperanza Aguirre y el propio Angel Aceces, ya sabe que Rajoy se alinea con su secretario general. "El secretario general del partido está respaldado por su presidente", ha asegurado Rajoy.
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Como ya habíamos vaticinado muchos Rajoy ha hablado a destiempo y sin decir nada claro. Si acaso un par de cosas obvias, que no den espectáculos sin cobrar entrada y que Acebes tiene su respaldo, a la fuerza ahorcan fue condición sine quanon impuesta por Aznar para que él, Rajoy, fuera presidente del partido y no están las cosas en el Pp para andar perdiendo más apoyos.

Pero la verdad es que la tangana entre Acebes y Gallardón fue antológica, lo mismo que los requiebros que se cruzaron Esperanza y Alberto antes, durante y después del desfile de las Fuerzas Armadas. Eso sí, con el marido de Esperanza de intermediario no fuera que las cosas se desmadraran; y la verdad es que Esperanza prefirió la compañía de Maragall antes que la de su correligionario político. Mal están las cosas.

Insultos y menosprecios sobrevolaron Zaragoza haciendo competencia a los Hércules C130, y si las miradas matasen a estas alturas estaríamos velando los ataúdes de un par de políticos. Acebes ante lo que se le avecinaba prefirió, a su vez, mantener una animada charla con Rubalcaba ( extrañas parejas hacen estos eventos). Las gradas de autoridades no desmerecía en nada a cualquier patio de colegio del Brons. Si la cosa en principio parecía más una disputa infantil la cosa se va tornando gris oscuro. Los cascotes de los platos rotos está impidiendo ver los verdaderos destrozos. El Pp se hunde, lentamente, cual Titanic herido en sus entrañas por el iceberg de la avaricia política.

La condición de unidad que alzó a éste partido al poder se resquebraja y hace aguas por el sitio más insospechado. El baluarte que era Madrid se ha tornado en un nido de víboras que se están comiendo unas a otras. Pero lo que de verdad conviene al partido es que todos se queden calladitos y no jodan más la marrana si quieren sobrevivir al holocausto con algo de dignidad. Que nadie les tenga que decir, en la vida, que la antropofagia les empujó al foso del olvido.

Y es cuando no hay que repartir hasta las ranas cazan gacelas.

Jaque a la Reina

El alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, ha dicho hoy que fue Esperanza Aguirre quien planteó una candidatura de "ruptura" frente al actual presidente del PP, Pío García Escudero, y que, sobre la crisis del PP de Madrid, es Mariano Rajoy "la máxima autoridad y aún no se ha pronunciado". Según Gallardón, en esta situación "si gana Cobo, gana èl, y si pierde, pierdo yo".
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Cada día estoy más convencida de que Gallardón es un portento, al margen de la vendetta de Madrid, hoy he oído decir a éste hombre una de las mayores picardías políticas desde hace mucho tiempo, “si gana Cobo, gana èl, y si pierde, pierdo yo". Ha recordado a todos los votantes del Pp que si pierde Cobo él se larga a ¿fundar otro partido?, un órdago que puede salirle caro o representarle la candidatura del Pp a la presidencia del gobierno para las próximas elecciones.

Algo se mueve en el Pp; algo que parece, vistas las últimas noticias, que estaba soterrado en espera de tiempos propicios. Mientras la cabeza visible de la dirección nacional, Acebes, se decanta por una opción, la Aguirre, Gallardón envida a la grande y le reconviene a Acebes, “tú no eres nadie, que hable Rajoy”. Y claro Rajoy, como siempre, hablará tarde y a destiempo; no sabrá mantener una postura firme y la crisis será de antología.

La Aguirre representa la facción más extremista del partido, Gallardón la cara amable de la política de derechas, el simpaticón que agrada a las cincuentonas madrileñas y al obrero cualificado venido a más. Y de eso hay mucho entre las bases del Pp madrileño. En cualquier caso la defenestración del partido está asegurada, muchas cabezas presidenciales y poco a repartir.

Si además contamos con que en otras comunidades los problemas del Pp van creciendo da que pensar que todo está relacionado. Quizás es que los almendros están floreciendo en Génova.