En el nombre de Dios
Los obispos españoles han pedido a los profesores de religión que firmen un documento a favor de la paralizada Ley de Calidad del PP, a la vez que han pedido a los párrocos que recojan el mayor número de firmas entre sus fieles con el fin de echar para atrás la reforma de educativa que propone el Gobierno en la enseñanza de religión.
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Siempre me pareció un libro fascinante, una epopeya onírica mezclada con hechos reales. La Biblia. Un manual de buenas maneras donde mucha gente, a su peculiar manera, contaba desde distintos puntos de vista una historia. Se supone que para la Iglesia Católica, la Biblia, es su máxima; su códice irreprochable, la Palabra de Dios.
No sé el porqué, pero siempre pensé que en los seminarios se dedicaban a estudiar éste libro, lo analizaban por delante y por detrás y sus enseñanzas eran sacralizadas, aprendidas para después ser sembradas por el mundo.
Siempre me pareció sumamente hermosa la narración que se hacía del prendimiento de Jesús en el Huerto de los Olivos, cuando San Pedro preso de la ira por el arresto de su maestro cercenó la oreja a Malco, criado de Caifás, y como Jesús reprendió a Pedro por su acción y apañó el desaguisado causado a Malco. Y me pareció muy hermosa esta parte porque el maestro hacía algo que muy pocas personas seriamos capaces de hacer. Jesús se sometía por voluntad propia a la Ley. No importaba si ésta ley era justa o no, era la Ley y como tal había que acatarla y cumplirla, lo demás sobraba.
Pero se conoce que esa lección se la saltaron en los seminarios a la hora de dar clase. Quizás no sea el momento de la vida más importante de Jesús, al fin y al cabo no era nada más que otro milagro del Salvador del Mundo. Qué importa un Malco con una oreja más o menos, al fin y al cabo era el malo. Pero Jesús en su infinita sabiduría, o eso dicen, supo ver lo que los hijos de San Pedro no han sabido ver en 2000 años, no importa cuan mala sea la justicia, hay que acatarla. La ley no se cambia por la fuerza se cambia con la sabiduría.
Y a día de hoy, por los actos de los hijos de San Pedro, Malco continua penando por su oreja mientras Jesús continua tratando de arreglar los desaguisados de sus discípulos en un bucle espacio-tiempo infinito. Mientras los pilares de la Iglesia continúan faltando a la palabra de su Profeta sin darse cuenta que provocan en el que está sentado a la diestra de Dios un dolor infinito. Han pasado centenares de años, la muerte de muchas personas y el sufrimiento de muchísimas más y la Santa Iglesia Apostólica y Romana no ha aprendido la lección que el hijo de Dios en la Tierra les dejó.
También han olvidado lo ocurrido en el templo con los comerciantes, aquello de mi casa no es una cueva de ladrones aunque se han tomado muy literalmente aquello de dejad que los niños se acerquen a mí el problema es que Jesús nunca metió mano a esos niños y los vástagos de San Pedro tienen una facilidad pasmosa para hacerlo.
Cientos de miles de Iglesias repartidas por el mundo para, cada día, recordar con la comunión la vida y la muerte de Jesús y se olvidaron los Hijos de Pedro de una de las lecciones más significativas.
Y cada día con cada panfleto neo-fascista en contra de la legalidad están cercenando a Malco su apéndice auditivo. El problema será el día en que Jesús se canse de volver a colocar orejas en su sitio. ¿ A quién le echarán cuentas entonces?
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Siempre me pareció un libro fascinante, una epopeya onírica mezclada con hechos reales. La Biblia. Un manual de buenas maneras donde mucha gente, a su peculiar manera, contaba desde distintos puntos de vista una historia. Se supone que para la Iglesia Católica, la Biblia, es su máxima; su códice irreprochable, la Palabra de Dios.
No sé el porqué, pero siempre pensé que en los seminarios se dedicaban a estudiar éste libro, lo analizaban por delante y por detrás y sus enseñanzas eran sacralizadas, aprendidas para después ser sembradas por el mundo.
Siempre me pareció sumamente hermosa la narración que se hacía del prendimiento de Jesús en el Huerto de los Olivos, cuando San Pedro preso de la ira por el arresto de su maestro cercenó la oreja a Malco, criado de Caifás, y como Jesús reprendió a Pedro por su acción y apañó el desaguisado causado a Malco. Y me pareció muy hermosa esta parte porque el maestro hacía algo que muy pocas personas seriamos capaces de hacer. Jesús se sometía por voluntad propia a la Ley. No importaba si ésta ley era justa o no, era la Ley y como tal había que acatarla y cumplirla, lo demás sobraba.
Pero se conoce que esa lección se la saltaron en los seminarios a la hora de dar clase. Quizás no sea el momento de la vida más importante de Jesús, al fin y al cabo no era nada más que otro milagro del Salvador del Mundo. Qué importa un Malco con una oreja más o menos, al fin y al cabo era el malo. Pero Jesús en su infinita sabiduría, o eso dicen, supo ver lo que los hijos de San Pedro no han sabido ver en 2000 años, no importa cuan mala sea la justicia, hay que acatarla. La ley no se cambia por la fuerza se cambia con la sabiduría.
Y a día de hoy, por los actos de los hijos de San Pedro, Malco continua penando por su oreja mientras Jesús continua tratando de arreglar los desaguisados de sus discípulos en un bucle espacio-tiempo infinito. Mientras los pilares de la Iglesia continúan faltando a la palabra de su Profeta sin darse cuenta que provocan en el que está sentado a la diestra de Dios un dolor infinito. Han pasado centenares de años, la muerte de muchas personas y el sufrimiento de muchísimas más y la Santa Iglesia Apostólica y Romana no ha aprendido la lección que el hijo de Dios en la Tierra les dejó.
También han olvidado lo ocurrido en el templo con los comerciantes, aquello de mi casa no es una cueva de ladrones aunque se han tomado muy literalmente aquello de dejad que los niños se acerquen a mí el problema es que Jesús nunca metió mano a esos niños y los vástagos de San Pedro tienen una facilidad pasmosa para hacerlo.
Cientos de miles de Iglesias repartidas por el mundo para, cada día, recordar con la comunión la vida y la muerte de Jesús y se olvidaron los Hijos de Pedro de una de las lecciones más significativas.
Y cada día con cada panfleto neo-fascista en contra de la legalidad están cercenando a Malco su apéndice auditivo. El problema será el día en que Jesús se canse de volver a colocar orejas en su sitio. ¿ A quién le echarán cuentas entonces?
4 comentarios
Raquel -
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Gracias :)
La_web_ona -
pepenrique -
pepenrique -
"Hagamos valer nuestros derechos como ciudadanos y reclamemos lo que pertenece a derechos tan fundamentales como la libertad religiosa, de pensamiento y de enseñanza."
¿Que quién ha escrito esto?. Surprise, surprise....Es parte de una carta remitida a todos los párrocos asturianos por su vicaría general.
Pues eso....libertad y que no píen más. Nadie (que yo sepa) les ha prohibido impartir clases de religión.