Caminante no hay camino, se hace camino al andar
El portavoz parlamentario del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, se ha mostrado reticente a que José María Aznar comparezca ante la comisión que investiga los atentados del 11 de marzo en Madrid. En declaraciones a la Cadena SER, Rubalcaba ha dudado de que el ex presidente vaya a añadir alguna información nueva y ha asegurado que sólo añadiría crispación y tensión política.
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Hay veces que la disciplina de partido nubla la realidad. O quizás sean la intención de serenar los ánimos que últimamente rondan al pueblo, para ser exactos desde el 11-M. Hay mucha gente cabreada, muy cabreada que necesita cerrar heridas aunque para ello haya que pagar un precio. Si el precio es un grado de crispación así sea.
Nadie, absolutamente nadie puede, debe, impedir la comparecencia de Aznar en la Comisión del 11-M. Cualquiera que sea la consecuencia. Debemos todos afrontar la realidad y esta comparecencia es la única manera de cerrar la puerta a aquella desgracia.
Todos sabemos y los que no quieren saber también que Aznar fue el responsable político. Desde luego él no esgrimió en ningún momento mochila explosiva, ni incentivó la consecución del acto. Pero más allá de las autorías materiales e intelectuales está la autoría moral. Y ésta debe de cargarla quien le corresponde. Asumirla y ya que no puede rectificarla al menos disculparse ante todos los españoles, víctimas reales y víctimas colaterales que somos el resto de nosotros.
Debe de disculparse, en primer lugar, ante sus propios votantes a los que si llega el caso la disculpa debe de acompañarse de doble golpe de pecho. Los actos Sr. Aznar tiene sus consecuencias, y la consecuencia de una mala gestión política internacional acompañada de la foto de las trillizas de oro fueron colocarnos en el punto de mira del integrismo islámico. Y la cosa no es moco de pavo. Otra consecuencia ha sido que ahora, pese al cambio de color gubernamental, algún que otro español que ha salido de tierras íberas ha llegado el caso de ser acusado de genocida, de apoyar una guerra sucia e inmoral. Del latrocinio de un pueblo ya de por sí esclavizado y maltratado. Todo por ese afán de volver a ser aquel añejo imperio propio de tiempos de Felipe II.
Pero volvamos al principio, sin hipocresía, todo esto tiene que acabar pero no se puede conformar a todo el mundo. No se puede estar con Dios y con El Diablo. Ofrézcannos todas las comparecencias, la positivas y las negativas. Lo que convenga políticamente y lo que no.
Sr. Rubalcaba no tema usted por nosotros, hace mucho tiempo que dejamos atrás la adolescencia social. Queremos saber, queremos saberlo todo y ya somos más que mayorcitos, todos, para serenar la crispación. Y si hay tensión política, pues mala suerte, nadie dijo nunca que el camino a la Moncloa fuera fácil dadas las circunstancias. En afrontar esa tensión con gallardía está la valía de un político.
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Hay veces que la disciplina de partido nubla la realidad. O quizás sean la intención de serenar los ánimos que últimamente rondan al pueblo, para ser exactos desde el 11-M. Hay mucha gente cabreada, muy cabreada que necesita cerrar heridas aunque para ello haya que pagar un precio. Si el precio es un grado de crispación así sea.
Nadie, absolutamente nadie puede, debe, impedir la comparecencia de Aznar en la Comisión del 11-M. Cualquiera que sea la consecuencia. Debemos todos afrontar la realidad y esta comparecencia es la única manera de cerrar la puerta a aquella desgracia.
Todos sabemos y los que no quieren saber también que Aznar fue el responsable político. Desde luego él no esgrimió en ningún momento mochila explosiva, ni incentivó la consecución del acto. Pero más allá de las autorías materiales e intelectuales está la autoría moral. Y ésta debe de cargarla quien le corresponde. Asumirla y ya que no puede rectificarla al menos disculparse ante todos los españoles, víctimas reales y víctimas colaterales que somos el resto de nosotros.
Debe de disculparse, en primer lugar, ante sus propios votantes a los que si llega el caso la disculpa debe de acompañarse de doble golpe de pecho. Los actos Sr. Aznar tiene sus consecuencias, y la consecuencia de una mala gestión política internacional acompañada de la foto de las trillizas de oro fueron colocarnos en el punto de mira del integrismo islámico. Y la cosa no es moco de pavo. Otra consecuencia ha sido que ahora, pese al cambio de color gubernamental, algún que otro español que ha salido de tierras íberas ha llegado el caso de ser acusado de genocida, de apoyar una guerra sucia e inmoral. Del latrocinio de un pueblo ya de por sí esclavizado y maltratado. Todo por ese afán de volver a ser aquel añejo imperio propio de tiempos de Felipe II.
Pero volvamos al principio, sin hipocresía, todo esto tiene que acabar pero no se puede conformar a todo el mundo. No se puede estar con Dios y con El Diablo. Ofrézcannos todas las comparecencias, la positivas y las negativas. Lo que convenga políticamente y lo que no.
Sr. Rubalcaba no tema usted por nosotros, hace mucho tiempo que dejamos atrás la adolescencia social. Queremos saber, queremos saberlo todo y ya somos más que mayorcitos, todos, para serenar la crispación. Y si hay tensión política, pues mala suerte, nadie dijo nunca que el camino a la Moncloa fuera fácil dadas las circunstancias. En afrontar esa tensión con gallardía está la valía de un político.
4 comentarios
Bambolia -
Tal -
¿Qué querrán hacer con España una vez despedazada?
Y que conste que soy votante regional, de partidazo regional.
La_web_ona -
Bambolia -
Al paso que va la burra, acabaré siendo también una sociata arrepentida, y manda narices, porque no me gustaría...