A él siempre le gustó que se pusiera minifalda para ir a los toros
Hace hoy justo un año entró en vigor un acuerdo firmado entre Asimelec (Asociación Multisectorial de Empresas Españolas de Electrónica y Comunicaciones) y las organizaciones representantes de los derechos de autor por lo que se empezaba a gravar los CDs y DVDs vírgenes con un canon en concepto de compensación por copia privada. Según la Asociación de Internautas el sobreprecio ha costado a los usuarios más de 36 millones de euros y representará unos beneficios a la SGAE de casi 5 millones.
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Lo que comenzó como un resarcimiento a los artistas por la copia desde Internet de sus obras ahora se ha convertido en un negocio redondo. Pero no debemos de extrañarnos, en contra de lo que muchos pudiéramos pensar la SGAE es una privada, como tal su único objetivo es ganar dinero. Es una de esas sociedades que enmascaradas bajo bonitas palabras que prometen defender los derechos de autor contra mareas y tormentas no es más que una asociación privada enmascarada de oficialidad.
La SGAE dispensa licencias sobre las obras que un autor presenta con el beneplácito del Ministerio de Educación y Cultura desde 1987. Con anterioridad era lo que nunca debió dejar de ser, una asociación privada sin más. Semejante aberración sólo es comparable con la Cámara de Comercio e Industria en la que por el simple hecho de ser persona jurídica estas en la obligación de abonar una cuota mensual quieras o no quiera, hagas uso de sus servicios o no lo hagas.
De esta manera hace un año la SGAE consiguió del gobierno del PP que se pusiera en práctica el canon famoso. Un suplemento que se carga sobre cualquier soporte virgen ya sea CD o DVD. Un suplemento que se supone que grava la descarga y posterior grabación de los contenidos de internet. El problema está en que ese mismo canon se paga cuando gravas en estos soportes las fotos de tus últimas vacaciones, o esa obra magistral que te ha costado años escribir. Un canon que grava el grabar las chorradas de la noche de tu despedida de soltero desde una cámara web o desde tú cámara digital, último modelo, que además te costó una pasta gansa.
Pero tenemos una opción, entrar en el negocio. Además es un negocio rápido y barato que reporta pingues beneficios. Por muy poco dinero podemos pasar por el registro de la propiedad las imágenes de tu viaje de novios, incluyendo esas imágenes donde has filmado a la recién casada con esas bragas tan poco sexis. De esta manera entras en el sistema. Una vez que te asocias tienes derecho a ser compensado económicamente, por ejemplo de la venta de lo último de Bisbal. Sólo tienes que demostrar que has vendido algún ejemplar de tu obra. Ahora como le siente a la parienta es otra cosa.
De todas maneras es hora de ir acabando con estos negocios seudo-oficiales, ya se llamen SGAE o Cámara de Comercio, no dejan de ser asociaciones privadas que se están beneficiando espureamente de la inocencia, desconocimiento y falta de interés de cualquier español que se intente ganar la vida como autónomo o simplemente del trabajo para el instituto de ese quinceañero que opta por el soporte informativo.
Cosa diferente es bajarse programas o música acogidas al compyraing, beneficiarse y ponerse a su altura en lo que representa de latrocinio intelectual, acabar con el Top manta que no beneficia a nadie y perjudica a todos, pero el canon no es la manera. No se puede penalizar a quien no delinque. Sería una buena opción que bajaran los precios de los cds, que fueran más asequibles, nadie se gasta el dinero en algo malo cuando por poco más compras algo bueno. Pero ese concepto quizás se les escape a las multinacionales del video y la música. Se empeñan en integrar en los soportes códigos anticopia que son fácilmente soslayables, en encarecer cada vez más el producto bajo la excusa del emonumento perdido por las copias fraudulentas. Y es que tienen muy bien asumido esa sentencia económica que dice en cuanto puedas pilla la pasta y corre. A las multinacionales poco les importa el Top manta, y a los escritores ni os cuento; Aún no he visto copias ilegales de libros salvo casos excepcionales. Y es que fotocopiar un libro hoy por hoy sale más caro que comprarlo, está comprobado.
Sobre todo la industria del video y la música son a tiempo parcial, la gran cantidad de artistas que sacan discos y películas a diario reportan los beneficios en los primeros días, pasadas las tres primeras semanas a otra cosa mariposa. Pero es como todo, el dinero manda. Hay artistas, véase el ejemplo de Alaska, que pueden vender su producción discográfica a menor precio sin por ello terminar viviendo debajo de un puente. Pero son estos, verdaderos amantes del belle arte, los que terminan siendo criminalizados y a los que se les retira sus obras de los estantes de las tiendas especializadas por no querer entrar en el sistema.
Un sistema que beneficia a los de siempre y penaliza también a los de siempre. Personalmente me niego a entrar en el sistema, no compro CDs ni DVDs ni legales ni ilegales, imprimo lo que escribo o lo guardo en la red al alcance de todo aquel que quiera usarlo. Porque hay cosas que no tienen precio.
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Lo que comenzó como un resarcimiento a los artistas por la copia desde Internet de sus obras ahora se ha convertido en un negocio redondo. Pero no debemos de extrañarnos, en contra de lo que muchos pudiéramos pensar la SGAE es una privada, como tal su único objetivo es ganar dinero. Es una de esas sociedades que enmascaradas bajo bonitas palabras que prometen defender los derechos de autor contra mareas y tormentas no es más que una asociación privada enmascarada de oficialidad.
La SGAE dispensa licencias sobre las obras que un autor presenta con el beneplácito del Ministerio de Educación y Cultura desde 1987. Con anterioridad era lo que nunca debió dejar de ser, una asociación privada sin más. Semejante aberración sólo es comparable con la Cámara de Comercio e Industria en la que por el simple hecho de ser persona jurídica estas en la obligación de abonar una cuota mensual quieras o no quiera, hagas uso de sus servicios o no lo hagas.
De esta manera hace un año la SGAE consiguió del gobierno del PP que se pusiera en práctica el canon famoso. Un suplemento que se carga sobre cualquier soporte virgen ya sea CD o DVD. Un suplemento que se supone que grava la descarga y posterior grabación de los contenidos de internet. El problema está en que ese mismo canon se paga cuando gravas en estos soportes las fotos de tus últimas vacaciones, o esa obra magistral que te ha costado años escribir. Un canon que grava el grabar las chorradas de la noche de tu despedida de soltero desde una cámara web o desde tú cámara digital, último modelo, que además te costó una pasta gansa.
Pero tenemos una opción, entrar en el negocio. Además es un negocio rápido y barato que reporta pingues beneficios. Por muy poco dinero podemos pasar por el registro de la propiedad las imágenes de tu viaje de novios, incluyendo esas imágenes donde has filmado a la recién casada con esas bragas tan poco sexis. De esta manera entras en el sistema. Una vez que te asocias tienes derecho a ser compensado económicamente, por ejemplo de la venta de lo último de Bisbal. Sólo tienes que demostrar que has vendido algún ejemplar de tu obra. Ahora como le siente a la parienta es otra cosa.
De todas maneras es hora de ir acabando con estos negocios seudo-oficiales, ya se llamen SGAE o Cámara de Comercio, no dejan de ser asociaciones privadas que se están beneficiando espureamente de la inocencia, desconocimiento y falta de interés de cualquier español que se intente ganar la vida como autónomo o simplemente del trabajo para el instituto de ese quinceañero que opta por el soporte informativo.
Cosa diferente es bajarse programas o música acogidas al compyraing, beneficiarse y ponerse a su altura en lo que representa de latrocinio intelectual, acabar con el Top manta que no beneficia a nadie y perjudica a todos, pero el canon no es la manera. No se puede penalizar a quien no delinque. Sería una buena opción que bajaran los precios de los cds, que fueran más asequibles, nadie se gasta el dinero en algo malo cuando por poco más compras algo bueno. Pero ese concepto quizás se les escape a las multinacionales del video y la música. Se empeñan en integrar en los soportes códigos anticopia que son fácilmente soslayables, en encarecer cada vez más el producto bajo la excusa del emonumento perdido por las copias fraudulentas. Y es que tienen muy bien asumido esa sentencia económica que dice en cuanto puedas pilla la pasta y corre. A las multinacionales poco les importa el Top manta, y a los escritores ni os cuento; Aún no he visto copias ilegales de libros salvo casos excepcionales. Y es que fotocopiar un libro hoy por hoy sale más caro que comprarlo, está comprobado.
Sobre todo la industria del video y la música son a tiempo parcial, la gran cantidad de artistas que sacan discos y películas a diario reportan los beneficios en los primeros días, pasadas las tres primeras semanas a otra cosa mariposa. Pero es como todo, el dinero manda. Hay artistas, véase el ejemplo de Alaska, que pueden vender su producción discográfica a menor precio sin por ello terminar viviendo debajo de un puente. Pero son estos, verdaderos amantes del belle arte, los que terminan siendo criminalizados y a los que se les retira sus obras de los estantes de las tiendas especializadas por no querer entrar en el sistema.
Un sistema que beneficia a los de siempre y penaliza también a los de siempre. Personalmente me niego a entrar en el sistema, no compro CDs ni DVDs ni legales ni ilegales, imprimo lo que escribo o lo guardo en la red al alcance de todo aquel que quiera usarlo. Porque hay cosas que no tienen precio.
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