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LA WEB-ONA

Sois

A diario, más o menos.

Continuó viviendo porque no le quedaba más remedio, entre copa y copa fue asumiendo su derrota ante el mundo y ante él mismo, qué remedio. Y cuando las cosas empezaron a perder la importancia que en un principio sintió  como asoladoras,  su pena fue aún mayor. Cuando todo en este mundo perdió la importancia necesaria para sobrevivir continuó penando de barra en barra. Murió, pero poco importaba a nadie. Murió como el que pasea despacio,  absorbiendo en cada paso la amarga hiel de la desesperación.

Y entre el miedo que se producía a si mismo  y la desesperación de infundir tal pavor a sus semejantes mandó al resto del mundo al carajo. Miró el cielo sin desesperación asumiendo como propios todos los pecados de la humanidad. Que importaba un pecado o cien más. Miró el amanecer  sumiso y sereno, rogando entre dientes;  pero ¿a quién le importaba? Al fin y al cabo estaba muerto.

AUT

Nunca seré como ellos, estoy vivo; ajeno a su realidad, inmerso en la mía, pero los observo pasar cada día desde el balcón que domina la gran avenida. Nunca me ven, vivo escondido tras los visillos de un alma disfrazada de niño, ajeno para siempre a la realidad y ellos son tan transparentes...
Son fantasmas, fantasmas que pasean por las calles, fantasmas que dejaron sus sábanas en el fondo del arcón y se vistieron con imitaciones cutres de Armani. Pasean por las avenidas, su móvil de última generación conectado al oído por el manos libres; hablando al vacío, riendo a los semáforos y gesticulando delante del kiosco de la O.N.C.E.
Prisioneros de los maletines de cuero y cierre codificado, condenados a pasear eternamente sus agendas electrónicas plagadas de números de teléfono falsos ; supuestos números telefónicos de cadenciosas y exhuberantes rubias a las que han regalado inolvidables noches de pasión y lujuria. Agendas que muestran orgullosos al reducido círculo de amigos cuando, a la hora de comer, quedan en el restaurante de la esquina para tomar un Martini; nunca vermut, siempre Martini blanco y seco removido con la yema del dedo corazón.
Fantasmas que reenvían Spam desde el ordenador de su oficina para que el compañero de la mesa contigua vea la extensa lista de e-mail que reciben; con orgásmicos nombres de mujer perpetuamente extranjeras, perpetuamente lejanas; recreaciones desenfrenadas de curvas abundantes.
Corredores de fondo en una maratón en la que ninguno se percata de la presencia del otro, coleccionistas de corbatas Made in Disney, sogas que ya forman parte de su anatomía. Trozos de tela como condecoración a un status, que barren las migas de mantel ajeno en la sobremesa ; postre regado con una minúscula taza de café solo, aderezado de un estrafalario licor bananero y cigarros apagados a medio consumir en el borde del plato. .Mirando fijamente al comensal de la otra mesa, también solo, también ajeno, también abandonando cigarrillos a medio consumir en el borde de otro plato.
Fantasmas que vagan con rumbo fijo arrastrando gabardinas de las rebajas de Dolce y Gabanna, con hebillas deslumbrantes y bolsillos vacíos. Chocando entre sí
, anulándose entre sí. Tan transparentes. Esperando el visto bueno del semáforo para volver a sus oficinas. Rodeados de enormes edificios tan transparentes como ellos, edificios que dejan ver a los viandantes las intimidades de las secretarias de las plantas más bajas, cuando se acercan a las cristaleras. Fantasmas que escurren sus sedosos dedos bajo las faldas de las becarias, sin ir más allá.
Fantasmas que anhelan el abrazo jubiloso en el último baile de aquellas últimas fiestas rurales, rodeados de madres perspicaces, con una quinceañera feliz. Anhelantes de aquellos labios entregados, tras los enormes álamos que conducían a la ermita de las afueras; recuerdos de presentes madonnas entregadas por los lazos de Dios a catetos sencillos. Felices , amadas y completas, guardando en un rincón de sus corazones besos forasteros. Sin preguntas, sin reproches. Porque fuiste y ya no volverás. Ni ellas quieren que volváis.
Vencejos de cuellos almidonados y sonrisas Profident, visitadores de consultas médicas en seminuevos BMW azul marino; cortando el aire con catálogos bajo el brazo. Esperando la llegada de la noche para sentarse frente a un televisor de plasma que emite las mismas imágenes cada día y en cada casa.
Eternos fantasmas que deambulan por las calles de cualquier ciudad intentando parar un taxi que nunca les ve.

SIN NOVEDAD EN PEREJIL, MI CAPITÁN¡¡¡

SIN NOVEDAD EN PEREJIL, MI CAPITÁN¡¡¡ Hacía muchos años que ningún ser humano estaba tanto tiempo en el islote, así pues su vida transcurría plácidamente, ocasionalmente algún pescador se dejaba caer por allí, tiraba su caña o sus redes durante unos días y luego desaparecía en su barca para no volver jamás, ella mientras tanto se escondía, tenía miedo.

Desde que nació pocas veces había visto a alguna persona de cerca, las veía en la costa del continente, labriegos, pescadores y algunas noches sobre todo cuando el levante amainaba oía, más que veía, barcazas pasar cargadas de lo que parecían ser alegres gentes; escuchaba sus rezos a Ala , para que la travesía les fuera benigna, pero ninguno regresaba,tampoco adivinaba a saber donde iban, la única tierra firme que veía desde el peñasco eran los territorios Marroquíes, hacía el otro lado sólo el inmenso mar.

Nadie había reparado en ella, pensó que se sabía esconder muy bien, aunque a veces la pareció que desde la costa alguien la miraba a los ojos, pero no la hacían señas de reconocimiento Se sentía sola, abandonada.

Cuando un atardecer desembarcaron en el islote una lancha con varios hombres, corrió a esconderse, presa del pánico, paso la noche agazapada entre unas piedras, tenia hambre y sed, pero no se atrevió a moverse hasta su guarida, al amanecer, con los albores del día, vio en la cala lo que parecía un techado, no se veía a nadie, solo un hombre sentado delante de una fogata, con la cabeza entre las piernas y su fusil caído en el suelo, como con descuido. Tenia que salir de allí, sus extremidades estaban rígidas y tenia hambre, y en las inmediaciones no vio nada que echarse a la boca, temblorosa se fue arrastrando en la dirección contraria al campamento, y cuando se cercionó de que no se la iban a ver, se irguió y salió corriendo.

Ya en su refugio, respiro, sabia que allí seria difícil de localizar, era una grieta en la ladera opuesta a la cala cuya entrada no permitía el paso a alguien con mas complexión que ella, delgada, atlética de pelo rubio y hermosa, lejos de los soldados y lejos de las miradas indiscretas de la costa, se aseo, comió algo de su despensa y se echo a descansar en su cama de hierbajos, y durmió el sueño inquieto de quienes se sienten vigilados.
A la noche siguiente, se acerco de nuevo a la cala, varios hombres rondaban alrededor del campamento, se les veía nerviosos, y alguno en una zona mas apartada rezaba a su dios, mientras les miraba pensó que ella no tenía dios al que rezar, sus padres no la enseñaron, y ella tampoco se molesto mucho en preguntar, solo cuando una mañana con fuerte marejada, una enorme ola arrastro a las profundidades del mar a sus progenitores cuando buscaban alimento en la caleta donde ahora estaban los soldados, echo de menos algo a lo que asirse espiritualmente.

Aun recordaba cuando ella vivía con su familia en la isla, al menos una vez a la semana los visitaba la vieja Adissa, les hablaba de las novedades en el continente, y les contaba que más allá del mar había otras tierras, otras gentes, que hablaban otros idiomas y rezaban a otros dioses, ella era muy niña, y escuchaba con los ojos extasiados en la mujer todas los cuentos que les narraba, su madre regañaba a Adissa, la decía que no debía de meter esas ideas tan fantásticas en la cabecilla fantasiosa de su hija, pero Adissa no parecía escucharla, acariciaba la cabeza de la pequeña y seguía contando sus leyendas de mundos maravillosos.

Pero una semana Adissa no volvió, la pequeña corrió de un al otro lado de la isla, pero la vieja no estaba, espero impaciente otra semana mas, pero tampoco apareció, la espero varias semanas mas, pero Adissa siguió sin aparecer, entonces su padre la llevo a la cala y mirando al mar, la explico que como su propia vida la de la anciana tenia un fin, que jamás volvería y que la recordara a ella y a sus historias con cariño. La pequeña lloró desconsolada, lloró durante muchos días, pero el invierno llegó, y la necesidad la recluyo en su refugió, hacía frío, y faltaban los pocos alimentos que Adissa hasta hacia poco les había estado suministrando, cayó enferma y estuvo mucho tiempo tumbada sobre una manta de hojas, que su madre había recogido del único árbol de la isla, las fiebres la hacían delirar, el rumor de las olas la parecían enormes monstruos, y creía ver la imagen de Adissa salir de entre los monstruos. Pero la enfermedad pasó, casi al mismo tiempo que el frío y las tormentas invernales, la mar se calmó al mismo tiempo que su espíritu, es estar cerca de la muerte la había hecho agarrarse a la vida con más fuerza si cabe que la que genera la juventud.

Encontró nuevos retos en la isla, se percato de la existencia de pequeños animalillos que hasta entonces la habían pasado desapercibidos, corrió y jugueteo con ellos, y llego el verano, ya se sentía fuerte, y con desprecio a su propia seguridad y a la de su familia se acercaba a la costa que miraba hacia el continente y gritaba a las personas que veía pasar, pero no la oían o no la querían oír, y continuaban su caminar sin tan siquiera saludarla.
Una noche calurosa en que no podía dormir, se atrevió a preguntar, preguntó a sus padres como habían llegado ellos allí, sus padres se miraron a los ojos, la madre sintió, y el padre le contó sus orígenes.

La contaron que su gente siempre había habitado la isla, desde los inicios de los tiempos, siempre conviviendo con los habitantes del continente, pero siempre manteniendo su status de primeros pobladores de la isla, que en el devenir de los tiempos habían sido diferentes las personas con las que vivieron, unas veces saharaui, otras españoles y hasta en una ocasión altos y rubios mozalbetes, con un idioma ininteligible, pero aquella gente se fue y no volvieron jamás. Pero dejaron una amarga huella en su familia, que por entonces aun era muy numerosa, varios de esos hombres vejaron y humillaron a algunas de las mujeres de la familia, mientras se reían a carcajadas y apostaban a cual de ellas cogerían y someterían. Para la familia fue una verdadera alegría cuando estas gentes abandonaron la isla, aunque solo fue al principio, en su huida abandonaron varias de sus armas y algunos de los pequeños murieron al manipularlas jugando, así pues desde entonces solo le estaba permitido a los adultos ir a la caverna a buscar comida.

También le contaron, que algún tiempo después, se estableció un campamento con algunos pocos hombres, pero ellos hacían su vida y la familia la suya, no se metían unos con otros. Pero se fueron, y los escasos víveres que les proporcionaban también desaparecieron, y poco a poco dejaron de nacer niños, y la gente moría pronto, hasta que solo quedaron ellos tres, hasta el día de la tormenta, sus padres después de darle muchas vueltas, se habían decidido a bajar a la caverna en busca de víveres, tenían que descender por el acantilado, para por ultimo de un salto, aterrizar en la repisa que daba paso a un estrecho camino que conducía al interior de la cueva, el día había sido soleado y no se veía nada que avisara de la tormenta, empezó con una suave brisa, que se fue convirtiendo en un fuerte viento de levante, sus padres la ordenaron se fuera al refugio, que ellos pasarían la tormenta dentro de la cueva y que a la mañana siguiente volverían, pero se resistió a marcharse, los apremio para que volvieran, pero sus padres le dijeron que ya estaban cerca de la entrada, que se fuera que a la mañana siguiente se verían, sus padres no vieron llegar la enorme ola, parecieron no escuchar el rugido ensordecedor del agua al levantarse, ni la pared azul que se les veía encima, sólo en el último momento su madre giró la cabeza y vio la ola, gritó, pero ya era tarde, el horroroso golpear del agua contra la pared, y al retirarse esta, sus padres ya no estaban, corrió de un lado a otro con la seguridad de que sus padres en el ultimo momento habían alcanzado la entrada a la cueva, y se quedo allí esperando la mañana siguiente, empapada por la lluvia que siguió y aterida por el fuerte viento, la noche paso y el día amaneció soleado, pero nadie volvió, pasaron horas y nada, a ultima hora de la noche se acerco a su refugio comió algo y volvió corriendo pero siguió sin volver nadie, paso otra noche al raso y a la mañana siguiente lloro sobre las rocas y se fue al refugio.

Volvía a amanecer, y la muchacha se volvió a su escondrijo, así durante algunos días, pero una madrugada cuando empezaba a apuntar el día, y ella se disponía a dirigirse a su puesto de vigía, un ensordecedor ruido la asusto, jamás había escuchado algo así, y enormes pájaros descendieron del cielo, varios soldados se descolgaron de ellas con cuerdas, mientras en la costa barcos navegaban a gran velocidad, lanzando mensajes de advertencia, hubo una pequeña rencilla entre estas nuevas gentes y los habitantes de la cala, ella corrió a su atalaya para divisar mejor lo que pasaba, y vio un enorme trajín de gentes, armas y vehículos.
Sobre mediodía empezó a sentir hambre, con todo aquel jaleo no había desayunado, que aunque frugales en los últimos tiempos, al menos evitaban sentir el molesto rugir de tripas, oyó un ruido, se agazapó entre las rocas, oyó a dos soldados trepar hasta donde estaba ella, pero no llegaron, fatigados se sentaron en unas rocas a un par de metros, descargaron sus mochilas las abrieron y sacaron el almuerzo, la muchacha alzo la cabecilla, olió el aire, y percibió un olor, un lejano recuerdo, miro y vio a uno de los soldados mordiendo una tableta de chocolate como las que le regalaba Adissa. El hambre y la añoranza de buenos tiempos la hizo perder el miedo y se fue acercando a los soldados, estos de primeras no se percataron de su presencia, y la vieron cuando ya estaba encima de ellos, la miraron asombrados, uno de los soldados pareció adivinar sus intenciones, y le tendió la tableta de chocolate, se fue acercando, y de pronto sonó un chirriante graznido metálico, ella salió corriendo de nuevo a su escondrijo, vio a los soldados hablar por un extraño aparato, parecían entretenidos, y el hombre había dejado el chocolate encima de la piedra donde habían estado sentados.

-.Si mi Capitán¡¡¡¡, ........................Como ordene mi capitán¡¡¡¡. ehhhhhhhhhhhhhhhhhhhh¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡, ehhhhhhhhhhhhhhhhhh¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ Manoloooooooooooooooooooo que nos ha robado el chocolateeeee¡¡¡¡¡¡¡¡¡....................Perdón , perdón mi Capitán................no señor, no era a usted, es que una cabra nos ha robado el chocolate del almuerzo..................si mi capitán , disculpas señor...............a sus ordenes mi capitán¡¡¡¡¡.........................Sin novedades en Perejil mi capitán ¡¡¡¡Corto y cierro.

Ella ya corría ladera abajo, en su boca llevaba la tableta de chocolate, alegre, risueña, por un día no comería mas esos brotes resecos de hierbajos que crecían en la isla, mientras iba pensando que con esta nueva gente ser una cabra era divertido.

Los ciclos de Pendha-Hai

EL CÍRCULO

- Abuelo, cuéntame la historia
- ¿Otra vez? si ya te la sabes de memoria
- jo abuelo¡¡¡¡ es que es tannnnn. tannnnnnnnn............
- vale, vale; siéntate y escucha la historia,........... la historia que me contó mi abuelo y que a su vez a él le contó el suyo; desde hace cien generaciones, desde que el mundo es mundo e incluso desde antes.
..........el circulo estaba cerrado, los siete sabios de Pendha-hai ocupaban sus puestos en torno a la mesa....
- Abuelo ¿ y todos eran sabios?
- Claro , por eso estaban allí;........ eran los más hermosos entre los hombres, los más hábiles entre los artesanos y los mas sabios de los tres planetas del sistema de Pendha-hai. Ordenaban , en su sabiduría, el rotar de los soles; las mareas y los ocasos. Cuando ellos paseaban todo el mundo se humillaba , agachaban sus rudas cabezas y juntaban sus manos implorando la bendición.
- ¿todo el mundo?
- si muchacho, tal era el halo de sabiduría y santidad que desprendían que ni siquiera los orates osaban levantar la testuz y enfrentarles la mirada

..........Se reunían cada día a ordenar la salida del sol mayor; juntaban sus manos y desde el centro del tablero empezaba a surgir la mas maravillosa de las músicas, los arpegios iban izándose girando sobre si mismos ; cuando no distaban mas de un palmo de la mesa se desdoblaban en mil armónicos que continuaban ascendiendo, y que a su vez, cada uno de ellos , volvía a partirse en otros mil hasta llegar a ser un estallido de tambores, oboes y contrabajos cada uno sonando a su son.

Y era tal la energía del estruendo que ,cuando los millones de acordes coronaban la cabeza de los sabios ,se formaba una poderosa bola de luz que culminaba en el cielo de la estancia; entonces los elegidos que eran invitados a tal digno espectáculo mudaban la faz ; de sus ojos empezaban a caer torrentes de lagrimas que se iban vertiendo sobre el suelo del salón, formando un tumultuoso mar de brillantes humores. Y cuando los rayos del recién creado sol incidían sobre la marea de lagrimas todos aplaudían , un nuevo mundo se había creado.

- Abuelo ¿ y crearon muchos mundos?
- Uno cada día durante cientos de miles de años.
- ¿y como se llamaban los sabios?
- Muchacho si ya lo sabes
- Por favor.............

.............Theisan era el mas anciano de todos, era el sabio entre los sabios, y ordenaba el devenir de los tiempos. Sobre sus hombros descansaba la humildad , la maternidad y el valor de los hombres. Paseaba en las noches eternas renombrando a las estrellas.

Cuanthei le seguía en el escalafón, era una de las dos mujeres que formaban el circulo y era la señora de las fragancias, otorgaba el perfume a cada flor y daba un color a cada brizna de hierba.

Tian-boei regia los movimientos de las estrellas menores y el flujo de las mareas, las serpientes se enroscaban entre sus talones y le acariciaban con sus lenguas, cuando alguna en un descuido le mordía, la ira de Tian-boei hacia que las aguas se levantaran y anegaran el nuevo mundo creado.

Sondell conocía como nadie en el mundo las tierras subterráneas, era la otra mujer, amaba con pasión a Tian-boei ; así que cuando este era agredido por uno de sus animales, ella misma estallaba de ira y hacia rugir las tierras con redobles de destructora lava.

Bondian esparcía las semillas de la vida en cada uno de los nuevos mundos, diseñaba desde su tablero mil y una especies de animales ; también era el responsable de repartir la semilla de los hombres, para que poblaran y disfrutaran cada paraíso.

Eboley era el instructor, enseñaba al ser humano las artes y los oficios, era diestro con la aguja , bordando sobre el bastidor de las almas miles de puntadas, tantas como artes.

Y por último y por ello el mas joven estaba Leden, el sembrador de dudas. Ungía los mundos de envidias, locuras y fracasos. Fomentaba las guerras y las peleas.

-¿y eso por qué abuelo?
- Porque hijo mío, para crear nuevos mundos primero se tienen que destruir otros.
- ya............cuéntame abuelo que pasó.

Ese día como otro cualquiera los siete de Pendha-hai se dispusieron a crear nuevos mundos; los elegidos ,como cada día , se sentaron en torno al circulo de sabios y esperaron a que estos alzaran sus manos.
Como cada día ellos levantaron las manos, y a punto de empezar la melodía de la creación Sondell interrumpió el ritual. Se le había desatado la lazada de su sandalia, se agachó para atársela, mientras los otros seis esperaban pacientes cuchicheando entre ellos.

Los elegidos se asustaron cuando ,sin la intervención de los sabios ,las notas empezaron a manar de la mesa. Los sabios perdidos en baldías discusiones sobre como atarse las lazadas de las sandalias ni siquiera se percataron. Y el nuevo sol se formó sobre sus cabezas , pero como no tenia ríos de lagrimas que iluminar comenzó a extinguiese. Cuando el sol era tan minúsculo que ya costaba trabajo verlo en el cenit, los elegidos se levantaron; tal era la pena que sentían que lloraron como nunca ningún elegido había llorado; mientras los sabios continuaban discutiendo ,ahora, de como era la mejor manera de ponerse las togas.

El casi extinguido sol comenzó a crecer de nuevo, con tanta potencia que estallo en cien mil soles. Y cien mil mundos se crearon al unísono, bañados por cien mil mares de lagrimas; y la vida comenzó a formarse en ellos , mientras los sabios discutían sobre la mejor manera de colocarse los abalorios, se poblaron de animales que jamás antes nadie había diseñado, de flores con fragancias nunca conocidas; las tierras se alzaron y se hundieron a su antojo formando continentes , lagos ,mares y cordilleras. Y los elegidos desearon poblar aquellos cien mil mundos y los poblaron.

-Abuelo ¿ y los sabios?
- Quien sabe muchacho, quizás aún sigan discutiendo la mejor manera de atarse las sandalias.
- ¿pero siguen creando mundos?
- Muchacho no has entendido nada.
- Abuelo pero................ ¿ tan importante es como se abrochan las sandalias?
- No muchacho, lo importante es crear mundo. Con sandalias o sin ellas.

EL EXÍLIO

Lágrimas de perla resbalan,
arcoiris de desesperación;
versos huérfanos de oídos,
canciones abandonadas.

Llorar malditos.
Pendha-hai murió.

Estelas de herrumbre
sobre losas plateadas,
áureos reflejos apagados
sobre celosías de esmeril.

Llorar malditos.
Pendha-hai murió.

Acordes abandonados
en yermas esquinas.
Marchitas corcheas
escombrando las mareas.

Llorar .........

Soles deambulando errantes
añorando brillos extinguidos
de almas blancas;
Trampa fulgente.

Llorar.......

Sabios infames,
vagabundos, postergados.
Condenados al olvido.
Por negados, inexistentes.

Llorar...........

Mesa de la creación rota,
estéril matriz de madre primigenia.
Parto amorfo de vidas hueras.
Soñando de prestado.

Llorar malditos
Pendha-hai murió .

LOS ROSTROS

Theisan nunca abandonó Pendha-hai, deambula eternamente disfrazado de tiempo, por cada paso que avanza mil años transcurren para el hombre, por cada cana de su cabeza mil guerras sufren las humanidades. Regaló la maternidad a las hembras de la especie, el valor lo repartió tirándolo al aire, dejando que cada hombre o mujer poseyera lo que sus manos abarcaran, y abandonó a las estrellas condenándolas permanecer anónimas en los infinitos firmamentos.

A veces, algún descendiente de los elegidos, creer ver pasar la errante figura de Theisan. Envuelta en caliginosos halos ; arrastrando tras de sí una cadena de quebrantos , engarzada de clepsidras tañedoras de intervalos. Mil veces maldito, mil veces proscrito el letrado creador de mundos .

Cuanthei mudo sus vestiduras , pintó con los visos de la paleta sus senos, decoró su talle de serpenteantes hiedras; sobre su cabello colocó blasones de inmolación y se oculto de la ira de los favoritos entre los prados de amapolas, para así esconder sus lágrimas de sangre entre el corinto de los ababoles. Y aún ahora continua embadurnando su cuerpo de los más pestilentes cienos, para una eterna expiación.

Tian-boei y Sondell marcharon juntos, pero como bornes magnéticos que se atraen y se repelen eternamente. Hombre y mujer, estado permanente de confrontación, marea que rompe sobre las rocas del acantilado, arena que lucha por sobrevivir en embate de las aguas . Pasión de rocas ígneas apagada por la embestida de la gran ola. Estructuras caóticas , entre tierra y agua , hijos amorfos paridos entre escoria de cantil candente y bautizados en la resaca del ponto. Esperma y óvulo enjugados en la matriz térrea, para volver a fecundarse en la linfa de la plétora. Unión estéril, profusa de vástagos erradicados.

Bondian se trasmutó en crisol, se escondió entre las probetas de los alquimistas y participó como esencia de la piedra filosofal; fermentó junto a las mandrágoras aportando la savia al roble, madera bendecida para comburente de elixires nigromantes. Fue repartiendo su esencia infinita en cada grano de cebada, sobre cada espiga de trigo, en el verdor de los almendros; perenne dolor promediado en cada vestigio vegetal.

Eboley sepultó su sabiduría en el alma de los elegidos, se entremezclo con cada neurona, con cada partícula de los seres humanos. Hiló amalgamas invisibles entre las conciencias y las manos, dictó a los poetas las formula magistral de la cadencia, a los músicos les inspiró el ritmo de los armónicos y a los artesanos les confirió la delicadeza de la talla. Impuso la sed de conocer en las mentes de los hombres, la curiosidad y el inconformismo. Bordó estelas sobre los tapices del conocimiento para guiar al filosofo por el camino del saber.

Leden caminó alegre entre los hombres, disfrazado de adolescente senil, sembró la ira y la envidia; regaló cruzadas y holocaustos. Aplaudió cuando la sangre regó el orbe; inconsciente, joven , maquiavélico; muchacho precoz , maestro en armas y muerte. El destructor.

LA MATRÍZ

La nave se posó lentamente sobre la planicie, y allí permanecio ; algunas veces chorros de vapor escapaban por los respiraderos, pero ninguna puerta o abertura se abrio para dejar descender a los presuntos ocupantes.

El agreste paisaje estaba dominado por altos riscos, rios de lava corrian por los valles y un acre aliento dominaba la atmosfera , los vapores sulfurosos que subian desde los mares de magma coloreaban de amarillo las tierras circundantes. Balsas de agua muerta dejaban escapar a borbotones el furor del interior del planeta. Y la nave , en un ciclo eterno, continuaba dejando escapar sus miserias por los desaguaderos. Cada cien ciclos de rotación del sol planetario , la nave remontaba unos centimetros el suelo y casi imperceptiblemente giraba sobre si misma volviendo a posarse, y de nuevo los aliviaderos dejaban escapar sus halos de vida.

Mil por mil ciclos pasaron hasta completar el circulo, y en cada suspiro de la nave la vida fue creciendo alrededor. Las esporas fugitivas del transporte mutaron a bacterias a causa del azufre ambiental, otros mil ciclos despues aprendieron a combinarse formando organismos bicelulares hasta que un verdin somero se extendió a los pies de la nave; mientras el planeta continuaba su ejercicio de costruccion tectonica; tierras cambiaron de lugar, unas levantandose desde su lecho y otras hundiendose en las profundidades de las aguas muertas.

Durante otros mil amaneceres, el liquido elemento inundo el planeta, acrisolandose con los organismos implantados; extendiendose como una plaga , arrastrados por el oxigenado elemento, a todas las partes del mundo. Nuevos campos de vida se anclaron allí donde el devenir de las aguas chocaban contra terreno firme. Mutando al contacto con los elementos basicos.

Imponiendose la vida desde el fondo de los mares hacia fuera. Y cuando despues de millones de ocasos el primer animal, tenido por tal, ambandonó el lecho marino para respirar en tierra firme , la nave remontó el vuelo y desaparecio entre las borrascosas nubes del azul cielo.

LOS ELEGIDOS

Caminar vástagos malditos.

Buscar a la hembra de la especie
reproducidos para poder morir.
Servir de abono a los campos
proporcionar la savia a la vida.

Que vuestras calaveras tapicen la tierra
que vuestras tibias sean altares a dios;
Caminar vástagos malditos
extender la muerte para acunar la vida.

LA NIÑA

La muchacha fue expulsada del poblado, las pesadas puertas de la muralla se cerraron tras de ella; dentro, la peste, continuó instalada en cada rincón de cada casa, en cada fuente de cada palacio, en todas las aceras y en la base de cada estatua. Desde la muralla del norte los cadáveres de los apestados eran arrojados al río , el hedor se extendía en forma de neblina por la comarca.

La joven lloraba, sujetaba sus harapos entre los brazos, desde lo alto de las almenas la risa vacua del muchacho la hería con punzadas de hiel. Se alejó sin volver la vista, pero sintiendo retumbar en sus oídos la carcajada durante muchas millas.

-¡¡ maldito!!, ¡¡maldito!!- su estomago se revolvió contra ella al rememorar la imagen del muchacho en su pensamiento. Y recordó el principio.

El joven llegó a la ciudad una primavera; ella recordaba verle entrar por la puerta de la muralla, los peregrinos instintivamente se apartaban de el, debería de haberse dado cuenta de la maldad nada mas verla, pero la juventud del chico la nubló el alma. Aquellos profundos ojos castaños la miraron y sucumbió al encanto de lo desconocido. Se acercó a el, en sus manos el cántaro de agua destinado a saciar a los peregrinos le fue ofrecido , el muchacho tomó este de sus manos y vertió el liquido elemento sobre su boca. Por la comisura de los labios escapaba a raudales el agua, empapando su camisa.

La vista de aquello removió a la muchacha, embotó sus sentidos y la arrobó el corazón. El chico la devolvió el cáliz al tiempo que la acariciaba la mejilla, un recuerdo atávico recorrió desde la planta de sus pies hasta las yemas de sus dedos, pero no lo reconoció.

- ¿como te llamas?
- No lo recuerdo, perdí mi nombre en algún lugar del camino, hace muchos siglos.- la carcajada estalló contra la faz de la joven, fue la primera vez que escuchó aquella risa , cargada de matices y sonoridad, una risa que por si sola entonaba una melodía; se dejó acariciar los oídos por ella, la aspiró y la degustó.- Ponme tu un nombre.
-Lei-dein.............
- Ya veremos niña, ya veremos. ¿Donde se puede dormir en esta ciudad?
- Los peregrinos duermen a las puertas de La Casa de los Antiguos.
- Allí están bien los peregrinos, yo busco cama mullida y sabanas confortables.
- La ciudad está llena y todas las camas ocupadas, el festival de la siembra se acerca y los festejos serán grandes este año, la hija del Canciller toma esposo.
- ¿ y tu cama? - le susurró al oído, mientras acariciaba su nuca y dejaba resbalar sus manos a lo largo de la columna vertebral de la muchacha.
- Señor, mi cama es pobre y mi casa alejada.
- No importa, estoy cansado.

La tradición imponía que las jóvenes púber abandonaran la casa paterna al primer vestigio de menstruación, aunque ocasionalmente visitaran el hogar filial, las muchachas deberían mudarse al barrio de las solteras, pequeñas casas donde dormitorio y cocina se comprimían en un pequeño cuarto con un acceso a las letrinas comunitarias. De esta manera ,un sinfín de casuchas rodeaban otra central y mas grande lugar el cual se usaba para el aseo. Lei-dein recorrió con la mirada la plenitud de la estancia, efectivamente amueblada pobremente, aunque bien soleada.

Ella se dejó arrastrar hasta el lecho, el frío recorría su cuerpo, los pezones de sus senos , erguidos, se ofrecían como un manjar apetecible; Lein sentía su pulso acelerarse, otra ciudad mas que devastar esperaba la imposición, el juego esta vez se tornaba interesante, la muchacha era realmente hermosa y se ofrecía sin resistencia; subyugada por la seguridad de Lein , si es qué era ese su nombre, se tumbó sobre el jergón , se relajó y dejó que las manos del joven acariciaran su cuerpo.

De un bolsillo extrajo los frutos de la ira, las cerezas rodaron hasta el vientre deteniéndose en la cavidad del ombligo, el bermellón relucía desprendiendo matices dorados, mientras acariciaba sus caderas los frutos comenzaron a pudrirse, blanquecinos gusanos fueron abandonando el corazón de las cerezas encaminándose hacía la cicatriz ; la adolescente se contorsionaba bajo el cosquilleo, con los ojos cerrados, imaginaba los dedos de Lein describiendo círculos sobre su vientre.

La sonrisa de lo cotidiano se borró de la faz de Lein cuando los instigadores de la ira fueron muriendo antes de alcanzar su meta; no era la primera vez que le sucedía, algunos humanos conservaban mejor que otros los recuerdos atávicos de sus antecesores que les protegían .

La melena rojiza se extendía sobre los hombros y sobre el embozo , jugueteo con los rizos y los mezcló con los suyos propios, las liendres de la miseria se propagaron entre los ígneos cabellos, brotaron como estallidos pariendo cien plagas, pero cada uno de los cabellos de la muchacha se enredó sobre cada insecto estrangulándolo.

Posó sus labios sobre cada uno de los pezones y con su saliva extendió sobre ellos los gérmenes de la envidia, las rosadas aureolas comenzaron a ennegrecer, pero de las mamas comenzó a surgir unas acuosas gotas de leche , maternal ácido, y la brisa arrastró las cenizas de la envidia ya estériles. Lein hipnotizado por la magia defensiva, cubrió a la muchacha, los lascivos movimientos exacerbaban los flujos vaginales permitiendo con facilidad la tarea de propagar la peste, el semen de Lein bañó la vagina de la niña, mas con leves espasmos los ovarios engendraron óvulos sanadores.

Durante diez crepúsculos repitió el ritual y durante los mismos el ceremonial fue infructuoso. El amor propio herido se tornó en resentimiento y después en miedo. Pero sin poder dejar de repetir día tras día el rito obnubilado y arrobado por la maldición de los ojos de la joven. Pero debía de sofocar su alma y sus sentimiento pues su misión era sólo una, dispersar la destrucción. Y esparció su simiente en otros lares , ajena a ello la mujer candente continuó entregando su seno para condonar la ofensa que suponía la propia existencia de Lein.

Y los males se extendieron desde otros cuerpos plagando la ciudad. Los enfermos se hacinaban en las calles, cientos de puertas señaladas con la huella de la peste; miserias publicadas en cada rincón, en cada palacio y bajo cada manto. Mientras la muchacha exhibía su lozanía, inmune belleza de casi mujer, pero nunca ajena a los dardos de la envidia ajena; y el miedo a esta invulnerabilidad arrojó a la joven de la ciudad; condenada al destierro por no compartir el infortunio global.

Desde lo alto de la muralla Lein reía, pero su regocijo era quebranto. Dolor instalado bajo el corazón mientras la mujer se perdía en la nébula de la destrucción.

EL LINAJE DE LEIN

Útero sacro , matraz aglutinador;
alumbrador de versos incorrectos.
Acerbo metamorfoseado en ternura,
inagotable fuente de vida.

Bucle infinito de concepción.
Seno perfecto e incompleto;
pariendo suplicios impecables.
Madre eufónica.

LA MUJER

El manantial brotaba alegre, salpicando con sus fragantes chispas la roca del que manaba; rosarios de acederas poblaban con su pequeñas lileaceas los márgenes de la fuente, arbustos de adonis que destelleaban con ambarinos reflejos sobre las mansas aguas del pozal. Los robles , acacias y enebros conferían al paisaje una dulzura entoldada .

La penumbra se alza , la sangre de Lein alza los brazos e invoca a su padre; ven a nosotros, sangre llama a sangre ; somos los hijos de Lein

Los hijos danzan en torno a la hoguera, bailar malditos, sierpes de destrucción, danzar hijos de la escoria, devastar las siembra de la especie; parto inacabado, eterno deseo ; marchitar los paramos hijos del deseo, patear los fragantes prados de fulgurantes dalias.

Alzar los brazos adoradores de deidades muertas, danzar en torno al fuego creador. Hijos de la escoria divina. Remeros en aguas turbias. Parió eternamente engendros y dioses. Bien y mal .Pena y orgullo .Ciclos completos de muerte. Ángeles turbios hasta donde alcanza el recuerdo. Marchitando su alma , perpetradores de sueños incorruptos.

Saltar hijos , danzar en torno al fuego. Alumbrar el alba con vuestras piruetas.

Escuchar; se acercan; reptando , enredándose entre las madreselvas, son ellos. Miles de sombras oscuras que trepan enderededor. Ocultaros hijos míos. Se acercan. Vástagos malditos.

¿ los oís? Son ellos. Los efebos de la destrucción. Se arrastran, reptan y os buscan. Esconderos. Madre protégelos. Son el desecho del hombre. Hijos de Lein mirar como se acercan. Señora protégelos.

Son inocentes , son tiernos;¡¡¡ malditos¡¡¡ Fruto del parto eterno, estirpe de la ira.¡¡¡¡ Protégenos madre¡¡¡¡ Déjalos crecer, déjalos danzar en torno al fuego, déjalos redimir su ascendencia .

Lein, te amo. Tómame de nuevo. Abrázame con lazos de maldad.

Suenan sus galopes furibundos.
Se acercan.
Mi alma los añora.
Sed de lujuria.

Tómame de nuevo,
golpea tu martillo contra mi sien
Frutos del verso maldito
llenar mi vientre.

Galopa malditos,
hacia mi,
eternamente añorados,
eternamente deseados.

El fuego se acerca,
quema mis entrañas
renacen los vástagos;
enardecen mi espíritu.

Ven Lein, tómame de nuevo
abrázame y aparta de mi la paz
ven tesoro de las arpías;
Te añoro, te deseo; Tómame.

Se acercan hijos míos,
correr a esconderos;
Vienen por mi, los deseo;
les pertenezco, son mi vida.

Malditos, tomarme.
Encenderos sobre mi cuerpo.
Estoy preparada.
Enjugaros en mi sangre.

Lein , te añoro.
Estos son tus frutos;
malditos herederos de la tierra.
El fuego me alcanza y me consume.

Te amo Lein,
soy el cáliz de tu existencia.
Soy el crisol de tu esperma,
te amo Lein; destructor.

Verso proscrito,
madre proscrita.
Sueños envenenados,
premonicion de futuro.

LA REBELIÓN

Escuchar la voces del viento,
pausadamente;
te están hablando.
Escuchar como se acerca la tormenta,
paso a paso;
el rugir del trueno,
el compás de las gotas de lluvia que caen.
La tierra huele a humedad.
Mirad al firmamento ,
dejad que la refrescantes gotas aparten de vuestro rostro el calor de la pasión.
Mirad al horizonte, el astro se levanta.
Un nuevo día se esta pariendo.
Los dolores de la tierra contraen el aire.
Corred hijos de Lein.
Buscad la fragancia de las nuevas flores que renacen.
Calmad vuestra sed en los arroyos de la desdicha.
Cuanto os amo.
Los tambores del alba os están invocando.
Desplegad sobre la tierra vuestro rastro de destrucción.
Hijos de la desdicha,
malparidos ángeles.

LOS ELEMENTOS

Fuego

Te quiero por que te quiero,
porque me nace del alma;
porque no alcanzo a vivir
sin tus ojos y sin tu mirada;
por que eres mi frenesí,
amor que surge de mis entrañas.
Amor de hombre ,
amor marchito que acaricia mi espalda,
recorre mi cuerpo , poséeme al alba.
Que te amo , sólo lo sabe dios,
tu cuerpo y mi cuerpo unidos sobre la almohada.
Méceme en tu seno, arróbame la calma,
que te quiero porque te quiero,
por que me nace del alma.
Por que llenas mi copa de múltiples fragancias,
por que tus suspiros son melodías
que enardecen mi cama.
Te quiero por que te quiero,
por que así lo dicta mi alma,
que eres la savia que a mi corazón alcanza.
Versos incompletos
que angustian mi vida,
eres fuente de mis males,
eres fuente de mi desdicha.

Aire

El aire se plaga de silencio, se corta en mil porciones de etéreos suspiros, las hojas de los arces comienzan su danza, la brisa torsiona las espigas ; el silencio precede a la lucha, marchitos juncos rasgan la eternidad.

El silencio inunda la marisma. Las mansas aguas encrespan sus cenit, rompiendo contra la orilla. Una danza de muselinas precede al holocausto. Silencio, atroz y vacío silencio. Las hojas de los nenúfares se mecen indolentes sobre el ecléptico liquido. La marcha nupcial se interrumpe.

Mil destellos rasgan la serenidad. Los de Lein miran el cielo.

Padre te invocamos. Otórganos tus bondades. Concédenos la simiente de la plaga.
Madre te invocamos. Otórganos la veleidad de tu espíritu. Concédenos la estirpe de los sabios.

Danzamos al ritmo de las llamas. Alzamos nuestros espíritus en honor a nuestros progenitores. Que seamos propagadores de muerte y vida. Os amamos porque somos.

Tierra

Brama el orbe; nuevas tierras se acomodan. Los hijos pestilentes caminan junto a los inocentes. Binarios párvulos paridos en complicidad. Frutos del amor de Lein, mielgos espíritus enfrentados. Nueva especie destinada a poblar el mundo.
Hijos que añoran el útero materno ya repleto de una nueva generación, pronta a ser parida. Eternamente, continuamente; en un ciclo perpetuo con un principio pero sin final. Bipolares engendrados sobre las semillas de la peste. Furibundos delfines del destructor. Resultado de un único amor.
Lein observa, mira desde las sombras a su descendencia. Estira su mano para tocarlos, pero se difuminan como espectros al amanecer. Es la maldición, su maldición. Lein mira a su amada; acaricia con la mirada la bermeja cabellera y la añora. En las cenizas de su corazón se inflaman los rescoldos del querer. Clava las garras en la tierra, grita al firmamento; un fugaz estallido , el ensordecedor rumor nace de las entrañas ,se transmite de roca en roca, marchitando montañas; elevando nuevas cordilleras reflejo de él.

Y la dama de plomizos cabellos sonríe al escuchar el llanto. Y canta. Y el ensalmo calma el fragor. Y promete venideras dichas juntos, y Lein se aleja insuflado de esperanza.

Agua

Alba, nívea , plateada agua sólida se desplaza plácidamente , corriendo tumultuosa en su corazón, perpetrando vida a su paso. Desbordando torrentes invernales, arrastrando las culpas; enjugándolas, limpiándolas.

Las campanillas del viento lucen policromáticas sobre el manto invernal. Perdido el fulgor el liquido elemento se sosiega, discurre sereno entre valles aportando mansedumbre a la flor del almendro. Cellisca que se esconde bajo tierra para volver a surgir filtrada y pura en el aguamanil.

Reflejos fugaces nublan la remansa. Figuras felices que se reflejan distorsionadas mientras corren por la pradera. Chiquillería que se zambulle en las etéreas aguas para llenar los cántaros , salpicándose y riendo inocentes.

Madre que los observa, sonrisa amorosa que beneplácita. Carcajadas indolentes que plagian los cantos de las aves, el rugir de las alimañas y el tronar de la tormenta.

Hijos de Lein, creced.

LA ANCIANA

Cuando el último hijo nació traía en su corazón el amuleto de la absolución. Germinó de noche, rodeado de ternura y condonación. Heredó de su madre el taheño cabello, la mirada clara y el errar meditabundo. De su padre la donosura ,el denuedo y la insensatez. Miró el galimatías celestial y sonrió.

Cuando todos los hijos abandonaron el seno él se quedó junto a su madre, peinó sus ígneos cabellos y aprendió de ella la magia vegetal, la espera paciente y el amor infinito. Y fue quien abrió a su padre las puertas del regreso. Acomodó los cansados cuerpos junto al hogar, entrelazó sus manos y santificó la unión. Y cerró el libro de los antiguos para comenzar una nueva era.

La nave remontó el vuelo y desapareció entre las borrascosas nubes del azul cielo............ y el zaguero la vio alejarse.